Somos los hijos de quienes construyeron esta casa y taller

Nuestros jóvenes padres y tíos se trasladaron a este barrio en 1956. Encontraron esta casa a medio hacer y con mucho esfuerzo, sacrificio y penalidades la compraron y la terminaron tal y como la veis ahora en 1958.

Eran dos  jóvenes  matrimonios y llegaban, llegábamos al barrio que se estaba creando cargados de ilusiones y hijos, sobrinos, abuelas y hasta tías solteras. En total nos trasladamos de golpe a vivir en Zigia 28 una troupe familiar de 16 personas. Años después esa larga familia se incrementó con los  mas pequeños, Ana Rosa, 1959, Luis (1960) y Jose Maria (1968).

En la planta baja, los talleres, nuestro padre y tío establecieron su empresa de transporte , garaje y taller, y en los pisos superiores vivíamos todos.

La casa era grande, había sitio para todos, éramos muchos, y apenas salíamos mas que para ir al colegio.

Durante muchos años convivimos todos, mayores y pequeños, en una gran armonía y felicidad, pero poco a poco, en un lento proceso que duró sesenta años, los mas mayores murieron, los mas jóvenes nos fuimos yendo de casa a vivir cada uno su vida, más muertes de seres muy queridos, hasta que en 2018 la casa quedó vacía, y los garajes cerrados.

Pensamos que esa historia familiar tan enternecedora no debía terminar ahí y decidimos convertir esos garajes  en un centro civico y cultural  que sea un punto de encuentro, de cooperación, de reunión, del barrio, y dedicado en honor y  memoria de nuestros padres y de todos los que allí hemos nacido, vivido, crecido, educado y desgraciadamente ya algunos, fallecidos.

El Centro se abre al barrio y a todos. No somos profesionales de este tipo de centros. Nos anima el mantener vivo el recuerdo familiar por medio de la cultura. No tiene ánimo de lucro y espera ser un lugar tranquilo donde pequeños y mayores se acerquen, se comuniquen, debatan ,aprendan, se ejerciten y promuevan un barrio tolerante del que todos se sientan tan orgullosos como nosotros.

 

Javier Martinez Gutierrez